Opinión
La cantaleta de “honrar la deuda”
Con el cuento de que debemos honrar los compromisos con la banca internacional, el neoliberalismo ha impuesto su recetario a los gobiernos títeres. De una vez digamos que a los chulqueros foráneos lo único que les interesa es cobrar la deuda, con intereses y recargos. De eso viven, de eso se nutren, sin que les importe si sus víctimas, los deudores, sacrifican su derecho a la salud, educación, vialidad, vivienda, seguridad, con tal de que se cumplan las imposiciones y exigencias de los agiotistas. La deuda externa, al cálculo de los expertos, sobrepasa los 80 mil millones de dólares. Los banqueros se ufanan de tener 10 mil millones en la RMI. ¿Para qué?: para garantizar el pago de deuda, cuyos papeles y bonos están en manos de esos poderosos grupos económicos. Están, entonces, protegiendo sus particulares intereses, sus privilegios. A eso le llaman “honrar la deuda” y con eso aseguran el jugoso negocio.
La pobreza y marginalidad se aceleran; la inseguridad nos aterra; las brechas de la más insultante desigualdad se agigantan a favor de pequeñas élites privatizadoras y en desmedro del derecho a la vida de las mayorías. En ese escenario se debate un juicio político que ha desatado las más bajas pasiones de los odiadores a destajo que se empeñan por convertir al recinto parlamentario en una ciénega pestilente, con sus turbias manipulaciones, sin importarles la institucionalidad ni la tan manoseada democracia. Para
“esa gente” todo vale: amenazas, intimidación, ofertas del hombre o mujer del maletín. Tentaciones a las que sucumben los oportunistas que ayer votaron por la iniciación del juicio y ahora se hacen nudos pretendiendo negar lo que ayer nomás dijeron. ¿Tendrán cara para volver a sus provincias? ¿Qué les dirán a sus electores? Lo único seguro es que nunca más volverán. En ese deprimente escenario, emerge la bancada de UNES de la RC, en unidad firme y digna; y sin desmerecer a sus muy consecuentes integrantes, destacamos la valentía y firmeza de la interpelante Viviana Veloz que con sus fundamentos probatorios silenció la chacota de los malcriados…
Hay un ministro que olvida su función y sigue ejerciendo como patrocinador de los multimillonarios intereses de las transnacionales petroleras, de quienes, dijo, que con su venida al país se acabaron las penurias de los nativos de nuestra Amazonía. Mamiticos, hermanitos de la caridad. Rabioso defensor de Chevron, en una reciente comparecencia a la Asamblea Nacional, se atrevió a descalificar en los peores términos al abogado de las comunidades amazónicas, víctimas de contaminación por los derrames de petróleo. ¿Cree que ya nos olvidamos de la “mano sucia de Chevron? El mundo vio horrorizado la destrucción ambiental provocada por dicha empresa; y su única “defensa” fue ensuciar la imagen de los operadores de justicia en tribunales ad-hoc. Sin el menor recato llamó al compatriota “delincuente internacional” y haciendo gala de soberbia y prepotencia, abandonó la sala, sin culminar la agenda de su comparecencia. Ahí cabe un juicio político, por incumplimiento de funciones y por faltarle a la primera función del Estado.
Asustados están, los números no les cuadra. Los votos están allí; y son silenciosos. Sólo será cuestión de contarlos y… ¡ya