Opinión
Qué bonito es Carnaval…!
… bueno, no tanto. Porque suelen ocurrir carnavalazos, como en la década del setenta del siglo pasado, cuando con un cuartelazo depusieron a un dictador. Haciendo abstracción de tal recuerdo, queremos rescatar esta fiesta tradicional que va perdiéndose en la bruma del modernismo virtual, que al chubasco, al polvo, a las serpentinas y dulce de membrillo, prefiere la playa con sonoros conciertos de “genios” que de lejos parecen cantantes. En la serranía aún se festeja el Carnaval con mojadas por fuera y por dentro, con personas de buen gusto y de buena voluntad y con alegres comparsas que atraen a turistas, familiares y “paracaidistas”. Como testimonio carnavalesco vigente está la querida Guaranda y la fiesta de las flores y las frutas de la bella Ambato.
A propósito del súper cuñado, los hay de dos categorías. A saber: cuñado agradable es aquél que al fin permite que su hermanita se case conmigo; y cuñado desagradable, es el odioso que, pese a mi objeción, termina casándose con mi ñañita. ¿Entendieron? Ahora pasemos al cuñado que no es suspicaz, que no es pilas, que no es malpensado, que se dejó impresionar por los pedigüeños de puestazos. Le llama “falta de suspicacia”. Al menos no le dijo “torpe” como al Luque, siendo que son harina del mismo costal. Hablando de la harina que satisface las narices rubias de los anglosajones, parece que la mafia albanesa vino para quedarse, pues el SRI excluye a Albania de la lista de paraísos fiscales. (Tercer Suplemento del R.O. No. 161, lunes 3 de octubre de 2022, pág. 54).
El tan mentado informe de inteligencia anti narcóticos, elaborado con la colaboración de sus pares del imperio, fue curiosamente archivado y un acucioso lo desempolvó, a disgusto de los presuntos implicados. Decía la abuelita: “no hay que ponerse bravos, sino explicar bonitamente”, porque eso de “firme y fuerte”, suena a amenaza, luego de que invitó al diálogo ante el contundente NO. Mejor que se someta a la investigación política y judicial. Y por quedar bien con sus exigentes amigos mediáticos, botó al tacho la Ley de Comunicación, con el cuento de que ellos solitos se regulan. Los resultados están a la
vista, volvieron a tomarse en familia y gallada las frecuencias de radio y televisión, sin la distribución equitativa del espectro electromagnético. Insaciables. Destruyeron la producción nacional de contenidos audiovisuales, proscribieron la difusión de nuestra música. A cambio se comprometieron a levantar obsecuentemente la bandera de turno. Uno que otro culipandea, no vaya a ser que lo revelado sea cierto…
Volviendo a la derogada Ley que garantizaba la verdadera libertad de expresión, con responsabilidad ulterior, con defensa de derechos de las audiencias y de los trabajadores de la comunicación, con rescate de nuestros valores culturales; ya sin ella, se queja del “libertinaje de mercenarios autores de historietas”, cuyas denuncias no van a disiparse con discursos de intimidación, sino acatando la investigación de sus jueces naturales. Le recordamos que en su escritorio tiene listo el decreto para la “muerte cruzada”. Fírmelo y ya. ¡Lindo, lindo es Carnaval!