Ni punto de comparación

Aunque no se quiera, toca hablar de él. No queda de otra. Y no por nada más que porque nadie deja de hacerlo. El otro día, en una reunión, mencioné a un par de personas homónimas, y alguien que estaba en la reunión en seguida estigmatizó al uno: “el correísta”. Lo dijo como decir “el apestado”, “el raro”… Obvio, me parece que esta persona pertenece a la pura y verdadera izquierda, en mucho peor que la derecha en lo que a odio se refiere.

Sin embargo, peor es lo que se ha visto en otros ámbitos, sobre todo a propósito del apresamiento del femicida Germán Cáceres. El mismo Guillermo Lasso, que si movió un dedo en el asunto tal vez fue para rascarse una oreja, cuando cayó en cuenta tuiteó la indirecta, más o menos, de que “antes los corruptos salían del país y no regresaban” o cosa parecida, no importa la exactitud del texto, sino la tremenda idea de que eso hizo el ‘prófugo’ como le llaman, pomposamente, olvidando que se fue entre el aplauso de su pueblo y sin una infracción de tránsito, que fue un Presidente que no solamente construyó una obra monumental, sino que además le devolvió la dignidad al país. ¿Cuál es la intención de ponerlo a la par con el autor de un monstruoso crimen a quien, para peor, dejaron escapar e incluso lo ayudaron a borrarse hasta que uno de esos impredecibles azares del destino lo puso en el camino de un turista sagaz?

Y luego, en la inexplicable y vergonzosa campaña por defender al femicida, uno de sus compañeros (‘no amigo’, por si acaso, como él mismo se apresuró a aclarar), al pedir ‘empatía’ para el asesino y su familia, luego menciona que el odio que se dirige a Cáceres se debería dirigir a ‘asesinos seriales’ (que si Cáceres no lo ha sido es porque no le ha dado más tiempo, no por otra cosa) y vuelve a la carga contra los ‘políticos corruptos que tanto le han robado al país’… ¿Se referirá acaso a las tramas de corrupción en donde se encuentran amigos y hasta parientes del actual presidente, o a qué? Adivinaron, ¿verdad?

Mientras, a la manera de un gigantesco bulldozer, el actual mandatario, siguiendo el mismo camino de su antecesor y sus adláteres ya se han llevado por delante la red vial, los sistemas de salud y educación públicas, y acaban de cerrar por decreto la Ciudad del Conocimiento Yachay, seguramente felices porque nuestro país ha vuelto a ser no del tercer, sino del último mundo posible, debatiéndose además entre un promedio de seis a diez casos de sicariato diarios en algunas zonas durante lo que va del año (dos semanas) y con un nivel de femicidios de uno cada veintiocho horas en el año anterior.

Pero ellos siguen sosteniendo que estamos bien. Estamos bien porque la ‘descorreización’ va viento en popa, porque la corrupción ya es de todos (los que gobiernan) y porque ya mismo vienen los apagones para que volvamos a ser el país del que ellos siempre medraron y que tanto añoraron durante los diez años de tregua al neoliberalismo a través de un estado de bienestar que no hemos sido capaces valorar ni de defender, peor de recuperar, ni como sociedad ni como pueblo