Los tramitadores

En los servicios privados de: salud, educación, banca y otros similares, no existen personas que guarden turnos o hagan fila para facilitarles a otros ese puesto y cobrar por ello. Se han dado cuenta, estimados lectores amigos, que en una larga fila en un banco privado a nadie se le ocurre cobrar por guardarle el puesto a otra persona que está adelante o atrás; en las escuelas, colegios o universidades privadas los trámites para matrículas tampoco tienen personas que cobran por guardar turno o darle haciendo determinada gestión; en los laboratorios clínicos privados y hospitales se observa, en varias ocasiones, largas filas de pacientes y en ninguno se puede mirar a personas cobrando por aligerar el trámite. Es decir en el sector privado no existen tramitadores y no los hay porque los empleados ganan su sueldo y nada más, si cobran algo extra son llamados la atención la primera vez y la segunda despedidos; por eso en las empresas privadas en general la epidemia de tramitadores no existe.

En cambio en el sector público los tramitadores se parecen a esa yerba que crece descontroladamente por todo lado llamada kikuyo. Los hay en el Registro Civil, CNT, Hospitales, IESS, Escuelas, Colegios y Universidades públicas, Policía, Fuerzas Armadas, municipios, y cuanta entidad requiera hacer trámites como los juzgados, fiscalía y otros. En todos esos lugares tenemos personas que se ganan la vida cobrando a los usuarios de servicios públicos por ayudarle en la fila de espera o por realizar determinado trámite no solamente de obtención de documentos sino inclusive de ingreso y pases en instituciones tan importantes como la Policía o el Ejército. Son tan evidentes, están en todo lado y realizan su trabajo a vista y paciencia de las autoridades que a nadie le llama la atención y ya forman parte del paisaje urbano en las calles y plazas cercanos a la entidad pública de que se trate. Los tramitadores funcionan en base a sus contactos al interior de la entidad en que deba hacerse la gestión, existen porque empleados públicos se redondean –como llaman- su sueldo con estos dineros extras que en muchos casos suman miles de dólares que los ciudadanos de a pie deben desembolsar para lograr ser atendidos en algo que es legal y legítimo La forma más común de los empleados inmersos en estas redes de corrupción es demorar los trámites de tal manera que algo que debía salir en un día se toman varias semanas y si la normal espera es de semanas entonces la demora se torna en meses y años. Para salvarse de este suplicio la gente no duda mucho en entregar la suma de dinero que pide el tramitador, obviamente de esa cantidad gana la persona que hace el trámite pero debe compartir una buena tajada para el empleado que se compromete a agilitar el trámite. Esta forma de corrupción que afecta a la inmensa cantidad de ciudadanos y que se expresa en sangrías que parecen pequeñas, no importarle a nadie y cuando eventualmente sale a luz algo en los medios de comunicación, se tapa y olvida pronto y el ritmo de esta macabra danza de dinero extra continúa engordando las cuentas de empleados públicos que ven como normal que se cobre por todo trámite.

Ante esta realidad que sucede todo el tiempo en nuestra sociedad y que está integrada en todas las instituciones públicas, incluso la función legislativa, ni digamos la judicial y electoral y en entidades bajo el control del gobierno nacional y también en entidades de gobiernos locales. Debo anotar y hacer notar que eso no es normal, que esta manifestación es una muestra de corrupción y que requiere de medidas profundas que lo solucionen. Los tramitadores, usando un símil, se parecen a la pus que aparece en el brazo la cual es manifestación externa y visible de una infección al interior del referido brazo. Algunas personas cuando se topa este tema suelen “comprensivamente” manifestar que quienes se dedican a estas actividades lo hacen para ganarse en sustento diario y en parte es cierto dado el alto desempleo que agobia al país, pero aun así la solución no es permitir lo ilícito e inmoral sino impedir que esto suceda y buscar otras formas de empleo para la población y sancionar adecuadamente a empleados públicos que levantan así sus fortunas. La corrupción no está solamente en contratos millonarios con tremendos sobreprecios que van en beneficio de unos pocos pícaros, estas formas dichas anteriormente también son formas de corrupción y el Estado no hace nada para erradicarlas, la situación es más alarmante porque con los modernos sistemas de comunicación, recolección de datos y otras formas de simplificación mediante la tecnología, las demoras burocráticas deberían desaparecer.

La importancia de casos concretos ayuda a entender las afirmaciones precedentes.  El IESS, que en un gran prestador de servicios como salud, cesantía, jubilación, préstamos quirografarios e hipotecarios, tiene el edificio de su sede matriz en Quito frente al parque de El Ejido. Si tienen la ocasión de observar, podrán darse cuenta que en sus inmediaciones se han instalado oficinas en edificios contiguos para ofrecer a los afiliados servicios desde cambio de clave de usuario hasta el resto de trámites, por supuesto que te cobran por esos servicios pero te ayudan a evitar largas colas y engorrosos trámites; tan bien va el negocio que existen decenas de oficinas dedicadas a esta actividad y en las puertas de entrada al edificio del IESS enganchadores te ofrecen los servicios y te llevan a estas oficinas. Recientemente acompañé a un familiar para hacer el trámite para su jubilación, fuimos a una de estas oficinas de tramitadores quienes te cobran por el trámite normal 60 dólares y te indican que si quieres que el trámite salga de inmediato cuesta 450 dólares; mi reflexión surgió de cuánto cobrará el o la empleada del IESS para que se tarife en tan importante suma que puede significar dos meses de pensión de un jubilado?, y nos mostraron varios casos de personas de tercera edad que habían pagado esa suma que tarifan los tramitadores. De manera que no es un caso aislado sino probablemente de decenas y cientos de afiliados. Con estas sumas los empleados del IESS, que tienen el deber de tramitar esta jubilación están sacando otro cómodo sueldo al que ya recibe como empleado de la institución.

El llamado, como en otros casos, es quien o quienes se pueden ocupar de esto? Dónde está la famosa oficina anticorrupción del gobierno presidida por el Sr. Luis Verdesoto que de juez electoral pasó a funcionario del Presidente Lasso? Dónde las autoridades del IESS? Y esto es sólo una muestra, seguramente los casos en instituciones públicas se multiplican de manera alarmante. Hay que recordar que tras cada tramitador con el cual el usuario debe llegar a acuerdos monetarios se ocultan los rostros de empleados, hombres y mujeres, que están medrando de la corrupción instalada. Que hayan tramitadores no es normal, no normalicemos lo que no cabe, es tan anormal como ver en la calle niños trabajando lo cual no es tierno ni romántico, los niños deben estar estudiando.