Opinión
Fútbol y autoestima
El aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo es lo que conocemos como autoestima, la cual comúnmente se divide en alta y baja. Una persona con autoestima alta es aquella que tiene confianza y elevado sentido del valor de sí misma, por el contrario la baja se expresa en poco valor y confianza. Dado que vivimos en sociedad esta valoración personal se encuentra directamente relacionada con los factores externos, la aceptación y estímulo del entorno abonan en favor de la autoestima alta y, por el contrario, el rechazo de los demás incrementa la baja autoestima.
Lo dicho anteriormente se refiere a la persona en particular, el mismo fenómeno psicológico se da a nivel grupal o colectivo, sea esta una comunidad pequeña como la familia o una de mayores dimensiones como el vecindario, la región, el país o el mundo. El gran psicólogo Carl Young habla del inconsciente colectivo, que son los rasgos, costumbres, manera de ser de determinados grupos, por ejemplo los quiteños tenemos una manera particular de ser que se expresa inclusive en los modismos del lenguaje, igual podemos decir de los cuencanos o de los siempre ponderados manabitas.
Observando nuestra sociedad ecuatoriana podemos afirmar que existieron grupos humanos que fueron condenados a padecer una autoestima baja, el caso más clamoroso es el de los indígenas arrebatados sus territorios, menospreciados, esclavizados con el sistema hacendario, manipulados por una religión que les ofrecía el paraíso a cambio de los sufrimientos en esta vida. Tan triste era la vida de los indígenas que Juan Montalvo escribía que si pudiese narrar su situación haría llorar al mundo y Jorge Icaza en su novela Huasipungo pinta con maestría la servidumbre y explotación de los indios. Solamente a fines del siglo XX el movimiento indígena logra posicionarse como un elemento a considerar en la vida nacional al punto que en el presente siglo XXI sus avances son de enorme significación y las nuevas generaciones ya no se siente humilladas y derrotadas; al contrario, con alta autoestima, enfrenta el futuro. Los negros, una población de menor significación numérica, también han padecido humillaciones, discriminaciones y menosprecios, sin embargo desde el fondo de su alma siempre han sacado fuerzas para superar las adversidades con la admirable alegría de su música y la energía de sus integrantes.
Los triunfos colectivos afirman esa autoestima alta de una sociedad, en contraste las derrotas las abaten y mantienen en la baja autoestima. Para el caso de nuestro país con una historia tan plagada de derrotas sobre todo en materia de integridad territorial, gobiernos surgidos de asonadas y golpes militares, poca institucionalidad y mucha viveza criolla, que se logren triunfos eleva la autoestima de toda la población. Este es el papel y la significación profunda en el alma nacional de éxitos como el triunfo militar contra las fuerzas peruanas que significó en 1995 la guerra localizada en la región de Tiwinza y a ello contribuyen los éxitos internacionales de nuestros deportistas.
No soy entendido en materia deportiva ni mucho menos, pero las eliminatorias al mundial de fútbol de Catar con los partidos jugados contra equipos de nuestra región en cuyo trámite el Ecuador ocupó un honroso tercer puesto, clasificando entre las 32 mejores selecciones del mundo, la participación en el mundial ganando al dueño de casa, empatando con Países Bajos y perdiendo ante el equipo africano de Senegal con una delegación de jóvenes futbolistas, llena de satisfacción a todos los ecuatorianos que hemos seguido las incidencias. Esa es la virtud de un deporte colectivo seguido por las más amplias masas de población en todo el mundo, la de elevar el orgullo de ser ecuatorianos, vestir la camiseta tricolor en los rincones más apartados del mundo y entonar el himno con parecida emoción a la de quienes tuvieron el privilegio de estar en los escenarios deportivos en la capital Doha.
Algunos agudos observadores anotaron la circunstancia de que la selección no representaba adecuadamente a la población ecuatoriana al estar compuesta en una amplia mayoría por negros, no haber indígenas y solo algunos mestizos e incluso un blanco argentino nacionalizado ecuatoriano, no reflejan la realidad étnica del país, argumentan, la respuesta ha sido de que en los deportes cuenta quienes se destacan y para efectos del futbol resulta que generalmente los que mejor han respondido y responden son los negros. Una situación muy parecida, pero a la inversa, sucede con nuestro servicio diplomático copado mayoritariamente por blancos y mestizos en donde los indígenas no aparecen y peor los negros, pero en esto que más tiene que ver con una representación política y cívica y donde sí se podría buscar una mejor representación étnica, nadie dice nada, nadie observa, a nadie parece importar.
Otras críticas al futbol se refiere a la corrupción que impera en las esferas que lo manejan y mientras más alta es, mayor circulación de intereses económicos, y esta es una realidad tan evidente que un anterior presidente de la federación ecuatoriana fue condenado por malos manejos al igual que todo un grupo de dirigentes en diversos países, tan palpable es que la FIFA y sus prácticas corruptas ha sido condenadas hace pocos días y en pleno desarrollo del mundial por el Parlamento Europeo que denunció la sobreexplotación de la mano de obra extranjera la cual ayudó a construir los escenarios deportivos, pagando en centenares de casos con sus vidas la ambición catarí y condenó también las prácticas mafiosas que se usaron para conseguir la sede mediante el pago de millonarios sobornos.
A efectos de nuestra reflexión nos quedemos con que para la autoestima de los ecuatorianos lo conseguido con la selección nacional es un poderoso aporte a la autoestima tan necesaria en circunstancias de una economía difícil por la que estamos pasando. A los legos en materia de futbol nos ha tocado participar en algo de esta contemporánea realidad, el futbol convertido en religión. con un templo llamado estadio, liturgia a cargo de los sacerdotes de la misma llamados árbitros, el héroe representado en los 11 jugadores y una lucha con el adversario que se parece tanto a la vida en la cual tenemos derrotas y victorias, una feligresía que copa los graderíos y enfervoriza el ambiente con cánticos y gritos, un fanatismo tan parecido a los dogmas cristianos con un bautizo de infantes a los cuales se los viste con la camiseta del equipo de los padres aunque no puedan caminar solos ni entiendan de lo que se trata y en ese culto deben permanecer para toda la vida. Amén, perdón digo..goool.