Los relatos de Don Ficticio CampoyUrbe

En el siglo XIV apareció en España una interesante obra narrativa llamada El Conde Lucanor, cuyo título completo era Libro de los Enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio. Patronio era un noble de la época que tenía un preceptor muy sabio, el Conde Lucanor, quien le ayudaba a resolver diversos tipos de situaciones más o menos complejas de su vida a través de la breve narración de un enxiemplo (ejemplo), o lo que es lo mismo, un breve relato con moraleja, de donde Patronio podía extraer una lección o moraleja. El esquema es igual dentro de toda la obra, en donde se mezclan de modo bastante ameno la sabiduría y el humor.

Algunos siglos después, en la Guayaquil de postrimerías del siglo XIX, José Antonio Campos, periodista y escritor, recopila una serie de crónicas periodísticas que se reunirán bajo el título de Cosas de mi tierra, en donde relata, igual, de manera amena y divertida, algunos hechos de la vida cotidiana y de la idiosincrasia del puerto principal y sus alrededores. Estos relatos no tienen tanto la intención aleccionadora de El Conde Lucanor, como la de mostrar algunos aspectos de las costumbres y el modo de ser de la gente del Ecuador, concretamente de la Costa y la ciudad de Guayaquil. Como se dijo, José Antonio Campos solía emplear un humor sarcástico que lo llevó a firmar sus trabajos y a ser reconocido con el apelativo de Jack the Ripper o Jack el Destripador. Sin embargo, en la actualidad, sus relatos costumbristas presentan un aspecto más divertido que mordaz.

Esta noche, Raúl Moncada Landeta nos presenta un trabajo similar al de estos otros dos autores, pero con su sello propio. El conjunto de relatos breves Relatos de don Ficticio CampoyUrbe reúne treinta y cuatro historias y tres microrrelatos en donde don Ficticio CampoyUrbe, personaje que de alguna forma se relaciona con el Conde Lucanor, aunque desprovisto de su tinte moralista, narra una serie de pequeñas historias recogidas de la tradición oral ecuatoriana y posiblemente de otros lugares del continente, España o el mundo.

A la manera del Conde Lucanor, pero despojándose de su tinte moralista, don Ficticio CampoyUrbe, estimulado por un narrador testigo que recorre diferentes lugares del Ecuador, relata una serie de historias que de alguna manera se relacionan con una conocida tradición oral del Ecuador, la de los breves relatos humorísticos, chascarrillos o, al decir popular ecuatoriano, ‘cachos’ con que se suelen amenizar las conversaciones y otros eventos. A lo largo de treinta y tres historias, más una de mayor extensión y tres microrrelatos, el texto de Raúl Moncada no solamente reproduce estos relatos amenos y entretenidos, sino que también aprovecha para ir mostrando con bastante erudición en el tema, la geografía, la gastronomía y las tradiciones de varias regiones del Ecuador. Así se manifiesta no solo la tradición oral más popular de nuestro medio, sino que de alguna manera se hace patente la intención por lo menos informativa, si no didáctica de estos breves y divertidos relatos. Por otro lado, también explora la idiosincracia de los ecuatorianos y las ecuatorianas promedio, así como la complejidad y de la naturaleza humana, pero teñida de humor y liviandad.

La estructura y el fraseo de los Relatos de don Ficticio CampoyUrbe se acerca bastante a la oralidad, salvo cuando el mismo don Ficticio o el narrador proporcionan información detallada respecto de algún tema que así lo requiera, como los datos geográficos de algún sitio, ciudad o poblado del país, alguna receta de la gastronomía nacional, o alguna aclaración de tipo histórico.

Por otro lado, en todos los relatos se emplean los recursos y artificios propios del humor: el enredo, la sorpresa, el doble sentido, etc. Los personajes de sus narraciones hacen recordar a algunas de las caracterizaciones de las narraciones picarescas del Siglo de Oro de la Literatura Española: un poco ladinos, a veces bordeando el cinismo, otras llenos de ingenuidad, y siempre dispuestos a arreglar sus problemas con creatividad o a salir con respuestas ingeniosas ante cualquier vicisitud de la vida.

Como dijimos, el eje narrativo es el personaje de don Ficticio CampoyUrbe, cuyo nombre demuestra claramente las intencionalidades de sus relatos: es un personaje que recorre el país entero y lo conoce perfectamente, tanto en el ámbito urbano como en el rural. Y por otro lado, aunque sus relatos no son ciento por ciento reales, representan modos de ser y actitudes habituales en las personas, y más en las del Ecuador.

El estilo de las narraciones es en general muy breve, a veces sorprendentemente breve. Se acerca, más que a una narración típica escrita, al formato de un guion radiofónico. Rara vez el humor está en el juego de palabras, aunque utiliza con frecuencia el retruécano, pero el humor se encuentra mucho más en la trama de la narración en sí o en la personalidad de los actantes.

Desde un tipo de narración ligera, los Relatos de don Ficticio CampoyUrbe llenan un vacío en la narrativa ecuatoriana, generalmente hecha de historias de crítica social o las crisis existenciales propias de los habitantes de las ciudades en donde, si existe humor y liviandad, es por excepción o error y no por decisión del autor. Es un texto que invita a una lectura sin complicaciones al tiempo que brinda datos importantes en relación con lo que somos, hacemos, vivimos y hasta comemos. De manera ligera habla de nosotros, y ese es uno de sus méritos. Puede ser llevado a las aulas de adolescentes como una motivación o animación a la lectura, al tiempo que favorece con éxito la interdisciplinariedad que algunos planes de estudio preconizan, al acercarse al conocimiento de la historia, la geografía y la cultura de nuestro país.

Lectura amena y divertida, al mismo tiempo que aleccionadora, en un libro ilustrado por Eliana Cuéllar. Si nos aproximamos a don Ficticio CampoyUrbe y sus relatos, aparte de tener momentos divertidos con narraciones breves, aprenderemos sobre nuestro país, nuestra cultura y acerca del lado amable de la condición humana, que puede sobrevivir a cualquier vicisitud con un poco de ingenio, creatividad y buen humor.

Raúl Moncada, su autor, es un comunicador, catedrático y músico quiteño de larga trayectoria, que hoy se inaugura como escritor de ficción, y a quien deseamos que este libro sea el inicio de una larga y fructífera carrera en el ámbito de la literatura. El libro está disponible en Amazon, en versión digital, aparte de en algunas librerías del país.