A Cien años de la masacre

En el Ecuador estamos recordando los cien años del asesinato que se produjo en Guayaquil el 15 de noviembre de 1922. No se ha podido precisar el número de muertos en ese aciago día, pero cayeron víctimas de las balas: obreros, artesanos, comerciantes y pueblo en general, hombres y mujeres, jóvenes y viejos y tal era el número de cadáveres que lanzados al rio Guayas tiñeron de sangre sus aguas. Los familiares de los fallecidos llevaron rosas y coronas de flores a fin de homenajear a sus muertos cuyos cadáveres insepultos fueron arrastrados por las aguas. Tan elocuente era la escena de gente humilde que lloraba por sus muertos que el escritor Joaquín Gallegos Lara compuso la novela “Las cruces sobre el agua” en la cual se recrean los relatos de quienes murieron atravesados por las balas de la policía y el ejército que cumplían las órdenes del Presidente del Ecuador de aquel año, José Luis Tamayo.

Los historiadores consideran que este día fue el baño de sangre del proletariado ecuatoriano, tan trascendente para los trabajadores como el día universal del 1ro. de Mayo. Una conmemoración de tan luctuoso día merece no solamente la recordación de los luchadores sociales sino también una reconstrucción del panorama que rodeaba esa fecha.

A principios del siglo XX la sociedad estaba viviendo décadas de convulsión y cambio profundo, el General Eloy Alfaro había triunfado con sus tesis liberales radicales y se encontraba gobernando desde 1896 hasta 1901 en su primera gestión y luego del gobierno de Leonidas Plaza de 1901 a 1905 el Viejo Luchador retomó el poder desde 1906 hasta 1911. La Revolución Liberal era el evento político que estaba transformando a la nación liberándola del dominio de la Iglesia Católica que había conseguido ser hegemónica durante todo el siglo XIX hasta el punto de consagrar en todas las Constituciones de este siglo que la religión oficial del Estado es la Católica, apostólica y romana con exclusión de cualquier otra.

El mundo de aquellos días también vivía tiempos insospechados y las convulsas manifestaciones tuvieron realización en la Primera Guerra Mundial librada desde 1914 a lo largo y ancho de Europa provocando nuevos centros de poder y extinguiendo antiguas monarquías. Rusia participó en esta conflagración con resultados catastróficos al punto de que el pueblo, el campesinado y los militares hijos de ese proletariado iniciaron y culminaron la conocida Revolución de Octubre de 1917 que puso fin de manera definitiva al gobierno de los zares e instauró el gobierno de los soviets con Vladimir Ilich Lenín como el ideólogo y estratega de las luchas populares dando origen al sistema comunista como expresión del poder de campesinos y obreros. El ejemplo de una Rusia capaz de derrotar a un régimen monárquico que lo subyugó por más de trescientos años fue un acontecimiento que con gran rapidez se difundió en el mundo y sus ideas calaron en las sociedades europeas primero y occidentales después.

Volviendo la mirada a nuestro país tenemos los avances del Liberalismo Radical que en 1900 expide la ley de creación del Registro Civil mediante la cual el Estado asume el control de nacimientos, matrimonios y fallecimientos al igual que la identidad de los ecuatorianos; antes de esto esas tareas las realizaba la Iglesia Católica otorgando fe de bautismo para los nacimientos, partida de matrimonio y partida de defunción, tanto era el monopolio de la Iglesia que los cementerios eran administrados por ella que se reservaba la potestad de aceptar o no el entierro de un ser querido en el cementerio denominado campo santo. El año 1906 es significativo dado que en ese año se funda en Quito el diario El Comercio, en el mes de abril el Banco del Pichincha, en ese mismo mes y año se produce el llamado milagro de la Dolorosa del Colegio y en diciembre se expide la Constitución de la República que consagra los principios del liberalismo como la separación de Iglesia y Estado disponiendo, por primera vez, que el Ecuador es un Estado laico. De manera que la sociedad ecuatoriana, particularmente la serrana y de ella muy especialmente la quiteña, se debatía entre la feligresía católica que miraba horrorizada los atropellos –como llamaban- a la religión y aquellos ciudadanos que consideraban un avance y modernización las medidas de los gobiernos liberales como la supresión de la propiedad en haciendas y fundos de las congregaciones religiosas.

Al inicio del siglo XX y durante todo este siglo la región litoral fue poco a poco conquistada y dominada por corrientes de colonos venidos de la sierra, de las provincias interandinas que iban ganando terreno al bosque y poblando las regiones de Guayas, Los Rios, El Oro, Manabí y Esmeraldas. El litoral era la nueva tierra de promisión puesto que el cultivo del cacao y luego del café y el banano brindaban nuevas posibilidades de mejores ingresos a indígenas y mestizos serranos. La primera guerra mundial dio oportunidades de exportación de varios productos entre los cuales se situaba el cacao dando a los dueños de estas plantaciones ingresos que los convertían en nuevos ricos, los “gran cacao”. En esta realidad de la economía pronto los empresarios descubrieron las bondades de la banca, así en 1895 se creó el Banco Comercial y Agrícola en Guayaquil, ya anotamos que el Banco Pichincha en Quito se creó en 1906, en 1907 se funda en Quito el Banco de Crédito, en 1908 se establece en Guayaquil el Banco La Filantrópica, en 1909 se funda el Banco de Préstamos en Quito, en 1918 se crea en Quito el Banco de Abasto. En 1920 se inaugura en Guayaquil el Banco La Previsora y poco tiempo después el Banco de Descuento, en Ambato se crea el año 1921 el Banco del Tungurahua.

Las condiciones sociales y económicas de 1922 eran de tal naturaleza que el estallido social se podía percibir en el ambiente, en efecto el gobierno de turno se encontraba endeudado con los bancos que siempre hacen buenos negocios, la deuda mayor era con el Banco Comercial y Agrícola y con el Pichincha que para ese año pasaba de 15 millones de sucres. El hambre y la miseria rondaban por todo lado, el sucre se devalúo de 2,25 por dólar a 4,27. El costo de la canasta familiar en Quito había subido de 193 sucres en 1920 a 215 en 1922. Una situación tan agobiante requería una respuesta del pueblo y las manifestaciones de protesta se expresaron en varias ciudades del país especialmente en Quito y Guayaquil. En el puerto desde 1879 se habían organizado los trabajadores, la Confederación de Obreros del Guayas, fundada en 1905, había logrado para 1920 la adhesión de 14 sociedades obreras. Esta articulación obrera permitió la organización y la masiva manifestación del pueblo guayaquileño el 15 de noviembre de 1922 y el resultado de la represión fue el número indeterminado de muertos.

Las consecuencias de este baño de sangre fueron tan significativas que el 9 de julio de 1925 los militares dan un golpe de estado contra el Presidente Gonzalo Córdova e instauran la conocida Revolución Juliana que recogía el descontento popular e inició importantes reformas como la creación del Banco Central para regular la moneda y poner freno a la voracidad de los banqueros, se multó con 2 millones de sucres al principal banco que había medrado con la difícil situación del país, se desterró a Chile al señor Francisco Urbina Jado, Gerente del Banco, de quien se decía que era el poder detrás del trono desde 1913 hasta 1925. La revolución juliana a la luz de los fenómenos y conquistas sociales de la Revolución Rusa, creó leyes en favor de la regulación del trabajo de mujeres y niños y otras medidas de protección a los más humildes. La historia recuerda con gratitud la gestión del Dr. Isidro Ayora que fue el gran ejecutor de los ideales de militares jóvenes que impulsaban mejoras en favor de la población más necesitada.

Producto de las luchas obreras se fundó en 1926 el Partido Socialista y avanzó la organización de los trabajadores tanto aquellos influenciados por la Iglesia Católica como quienes seguían las enseñanzas del marxismo, así en 1938 se fundó la CEDOC, Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos y en 1944 la Confederación de Trabajadores del Ecuador CTE y la Federación Ecuatoriana de Indios FEI que se fundó este mismo año con el apoyo del Partido Comunista y bajo el liderazgo de una de las mujeres más notables de la historia Dolores Cacuango.

A cien años de la masacre ocurrida en Guayaquil no podemos menos que recordar las luchas de campesinos, obreros, montubios, indígenas, cholos y negros; gente humilde que ha dado su vida por labrar una mejor sociedad y procurar condiciones dignas para los suyos, los de su clase, para el pueblo en general. La lección es que las conquistas sociales no vienen gratis ni son dádivas de los poderosos que teniendo el poder económico compran el poder político. El 15 de noviembre de 1922 enseña que no se puede confiar en los banqueros a quienes les motiva únicamente sus ganancias sin importar el hambre y la miseria de Juan Pueblo. Y resulta que los banqueros siempre actuarán de la misma manera, esa es su naturaleza, no se les puede pedir actuar de manera distinta puesto que ello sería como pedirle al tigre que sea vegetariano.