Opinión
¿Por qué empoderar a la ciudadanía desde la Educomunicación?
Los conceptos de Ciudadanía y de Educomunicación están intrínsecamente unidos. En una sociedad hipermediatizada, la ciudadanía no solo es política, jurídica, social, económica, ecológica e intercultural, es también mediática.
La Educomunicación tiene un trasfondo cívico, ético, social y democrático al empoderar a la ciudadanía en temas comunicacionales, lo que significa reforzar la libertad, la autonomía crítica y la participación de los ciudadanos en las cuestiones políticas, sociales, económicas, ecológicas e interculturales que les competen, a partir del buen uso de los medios y la tecnología comunicativa.
De ahí que tanto la UNESCO y la Unión Europea (Parlamento Europeo) aboguen por la necesidad de educar mediáticamente a la población, un proyecto educativo que es crucial para la reactivación de la sociedad civil y su empoderamiento en el actual contexto comunicativo.
De la ciudadanía política a la ciudadanía mediática
La ciudadanía resurge actualmente a partir de la necesidad de generar entre sus miembros una identidad en la que se reconozcan y que les haga sentirse pertenecientes a ella. No solo es el reconocimiento jurídico y legal que un Estado otorga a una persona; supone superar las formas de vasallaje o sometimiento que pueden darse en diferentes ámbitos de nuestra vida en sociedad.
Es apelar a una condición: la de ser autónomo, libre y responsable, significa participar activamente en las diferentes dimensiones de la cosa pública, dando cuerpo al ideal democrático de los antiguos griegos conocido como: »isegoría» (hacer el uso de la palabra de igual a igual)[2]. Significa defender y reforzar nuestra ciudadanía jurídica o legal, referida a nuestra condición de ciudadanos iguales ante la ley y merecedores de toda su protección.
El nuevo contexto mundial, caracterizado por la conexión comunicativa entre países, saca a la luz la necesidad de una globalización de los derechos, de los principios éticos, en donde la defensa de la igual dignidad de las personas se asocie al reconocimiento de la diversidad cultural, con el propósito de superar tanto las tendencias etnocéntricas como las del multiculturalismo extremo, es decir, la tendencia a la imposición cultural por un lado y al relativismo ético radical [3] por el otro.
El relativismo cultural , también llamado culturalismo, es una corriente antropológica que surgió en el siglo XX como una propuesta del antropólogo Franz Boas. Defiende la validez y riqueza de todo sistema cultural y niega cualquier valoración absolutista moral o ética de los mismos. el relativismo cultural conlleva a considerar cualquier aspecto de otra sociedad o grupo en relación con los estándares culturales de ese grupo, en vez de hacerlo desde un punto de vista considerado universal, o en relación a la valoración desde otras culturas. Según esta corriente de pensamiento todas las culturas tendrían igual valor, y ninguna sería superior a otra pues todos los valores son considerados relativos.
Además en un mundo hipercomunicado y de pantalla global, es necesario educar a los ciudadanos en las habilidades necesarias para un uso amplio de los medios y tecnologías comunicativas. Si hoy importa ser ciudadano en el terreno político, jurídico, social, económico, ecológico o intercultural, no lo es menos serlo en relación con los medios, pues la dimensión comunicativa y mediática indudablemente define nuestras sociedades y nuestro tiempo.
A través de los medios, la ciudadanía se informa y se moviliza para reclamar por sus derechos y lograr cambios (pensemos en Change.org o Avaaz por ejemplo), configurándose así una nueva forma de ciudadanía, la mediática, utilizando los medios tanto tradicionales como interactivos.
Es aquí donde el papel de las instituciones educativas es crucial y eso persigue la Educomunicación: educar a la ciudadanía en valores como la transparencia en las informaciones públicas y la pluralidad, la igualdad en dignidad y el respeto al otro como interlocutor válido, o el esfuerzo por alcanzar acuerdos siguiendo el criterio del mejor argumento, apelando siempre al uso de la razón, lo que lleva a la formación de una opinión pública madura y responsable.
La posición de Naciones Unidas y otros organismos internacionales en torno a la educación en Educomunicación
Amartya Sen Premio Nobel de Economía en 1998 y ex Director del PNUD lo tenía muy claro: “Lo que más nos interesa es que hay una clara y estrecha relación entre libertad, desarrollo humano y medios de comunicación, sobre todo en el aspecto educativo.
El empoderamiento de la ciudadanía en el ámbito mediático es una de las condiciones para el desarrollo humano y la libertad en sentido amplio, libertad que implica la capacidad para buscar y seleccionar la información, para detectar su procedencia y sus intenciones, para descifrar el significado de las imágenes, para desvelar los valores y emociones que están detrás del mundo audiovisual, para producir canales y mensajes alternativos”. Al fin y al cabo,… «es evidente que tenemos buenas razones para prestar especial atención a la creación de las condiciones necesarias para que los individuos puedan tomar decisiones más documentadas y para favorecer el debate público ilustrado» [4] (Sen, 1999: 336).
Para UNESCO hay un punto de conexión entre desarrollo humano, comunicación, ciudadanía y educomunicación [5].
“Las nuevas tecnologías comunicativas pueden ser muy valiosas para lograr los Objetivos de Desarrollo de Naciones Unidas, una nueva política global de educación en medios estaría destinada al «bienestar de sus ciudadanos, el desarrollo pacífico de las sociedades cívicas, la preservación de las culturas aborígenes, el crecimiento de las economías sostenibles y el enriquecimiento de la diversidad social contemporánea».
El Parlamento Europeo[6] justifica y legitima la necesidad de la educación mediática ciudadana como una parte importante de la educación política, que ayuda a las personas a fortalecer su comportamiento como ciudadanos activos y la conciencia de sus derechos y aboga por la educación para una recepción e interpretación crítica, por una producción responsable y cívica, por el buen uso de los medios, como formas de lograr el progreso social y democrático y el desarrollo humano.
“Sociedad de la ignorancia”[7]. “Ante la ingente cantidad de información a la que estamos permanentemente sometidos surge «una actitud de renuncia al conocimiento por desmotivación, por rendición, y una tendencia a aceptar de forma tácita la comodidad que nos proporcionan las visiones tópicas prefabricadas. Una falta de capacidad crítica, al fin y al cabo, que no es más que otra cara de nuestra creciente ignorancia»
En 2008 reconocía que «la educación mediática, incide en que «los ciudadanos bien informados y políticamente maduros constituyen la base de una sociedad pluralista». «Mediante la elaboración de contenidos y productos mediáticos propios se adquieren capacidades que hacen posible una comprensión más profunda de los principios y valores de contenidos mediáticos elaborados profesionalmente» (Parlamento Europeo, 2008: 11).
Uno de los objetivos principales de educar mediáticamente es el de evitar que la sociedad de la información se convierta en ignorante, como afirman Brey, Campàs y Mayos (2009), en su libro
Ante esa paradójica ignorancia, Moeller (2009: 66)[8] hace hincapié en la urgencia de enseñar a ser autónomos desde la crítica, invitando a las personas «a evaluar lo que leen, oyen y ven, y enseñarles a notar qué es lo que no se está diciendo y qué es lo que no se muestra».
Como vemos, las instituciones públicas internacionales llevan años realizando recomendaciones para que los Estados y las instituciones sociales adopten medidas que favorezcan la educación mediática en sus programas educativos reglados y también en el ámbito de la educación permanente e informal como un modo de empoderar a la ciudadanía en sociedades plurales y democráticas hipercomunicadas.
UNESCO, a través de la Declaración de Braga (2011)[9] insta a fomentar una educación para el uso libre, inteligente y crítico de los medios de comunicación, ya que esta ha de ser una dimensión de la educación para la ciudadanía autónoma y destaca a los responsables políticos la necesidad de implementar programas de acción para que esa educación se lleve a cabo.
Notas:
[1] El gráfico de empoderamiento de la ciudadanía fue tomado de: https://www.revistacomunicar.com/indice/articulo.php?numero=49-2016-04
[2] Dobson, A. (2005). Ciudadanía ecológica. Isegoría, 32, 47-62.
[3] El relativismo cultural , también llamado culturalismo, es una corriente antropológica que surgió en el siglo XX como una propuesta del antropólogo Franz Boas. Defiende la validez y riqueza de todo sistema cultural y niega cualquier valoración absolutista moral o ética de los mismos. el relativismo cultural conlleva a considerar cualquier aspecto de otra sociedad o grupo en relación con los estándares culturales de ese grupo, en vez de hacerlo desde un punto de vista considerado universal, o en relación a la valoración desde otras culturas. Según esta corriente de pensamiento todas las culturas tendrían igual valor, y ninguna sería superior a otra pues todos los valores son considerados relativos.
[4] Sen, Amartya.(1999). Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta. Amartya Sen, fue director durante unos años del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), estableciendo múltiples indicadores del desarrollo de un país más allá de su Producto Interior Bruto.
[5] Tal conexión puede observarse, en el informe «Indicadores de Desarrollo Mediático», del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC) de la UNESCO (2008); en el Informe «Desarrollo de capacidades para el ejercicio de la ciudadanía», de UNICEF (2006), y en el informe «Media as partners in education for sustainable development», de la UNESCO (2008), en donde se vincula el empoderamiento mediático con la ciudadanía ecológica por ejemplo.
[6] El logotipo del Parlamento Europeo fue consultado de: https://centro-documentacion-europea-ufv.eu/diputados-espanoles-en el-parlamento/logo-parlamento-europeo/
[7] Brey, Campàs & Mayos: La sociedad de la ignorancia y otros ensayos. Libro que forma parte del proyecto La Segunda Edad Contemporánea . Barcelona, Editorial Zero Factory, S. L. Primera edición: mayo 2009. p.p 70
[8] Moeller, S. (2009). Fomentar la libertad de expresión con la alfabetización mediática mundial. Comunicar, 32, 65-72. (DOI: 10.3916/c32-2009-02-005).
[9] UNESCO (2011). Declaración de Braga sobre alfabetización mediática. (www.cca.eca.usp.br/noticia/756) (13-08-2013).