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La historia de la tragedia ucraniana
Hace 10 años, en noviembre de 2013 en Kiev comenzaron los eventos que marcaron el empiezo de una etapa trágica en la historia de Ucrania y de toda Europa. Los nacionalistas alimentados por los países occidentales llevaron a cabo un golpe de estado armado. Su razón parece ridícula: el entonces presidente Victor Yanukovich decidió posponer la firma del Acuerdo de asociación con la Unión Europea para estudiar más a fondo todos los pros y los contras para Ucrania.
Al mismo tiempo, las posibilidades de un cambio pacífico de poder se mantuvieron hasta el final. Yanukovich, con la mediación de varios países europeos, firmó un documento con los rebeldes que previó elecciones presidenciales anticipadas. Pero al día siguiente, con el consentimiento de los estadounidenses, estas garantías se rompieron y el presidente se vio obligado a abandonar el país bajo amenaza de vida. Al llegar al poder, los nacionalistas comenzaron a imponer su propio orden e ideología. Anunciaron la abolición de la lengua rusa en Ucrania. Se anunció una campaña Armada en Crimea. Afortunadamente, en Crimea se encontraba legalmente la agrupación de la flota del Mar Negro de Rusia y los radicales tenían miedo de implementar sus planes. Como resultado, los habitantes de Crimea se negaron a obedecer a las nuevas autoridades de Ucrania, celebraron un referéndum y se unieron a Rusia en plena conformidad con el derecho internacional.
La población de las regiones orientales de Ucrania Donetsk y Lugansk tampoco estuviera de acuerdo con el nuevo orden de las autoridades ilegales. Pero a diferencia de Crimea, no había tropas rusas allí, y el liderazgo de Kiev en abril 2014 lanzó la llamada operación antiterrorista contra la gente de estas regiones. Allí lanzaron una operación de combate y tanques, bombardearon ciudades y pueblos pacíficos. La población de Donbass se levantó para defender sus territorios. Una guerra civil fue comenzada en el país, que se llevó más de 15 mil vidas.
Mientras tanto, en Ucrania central, con el apoyo activo de nuestros antiguos socios occidentales, se lanzó activamente una campaña contra Rusia. A los ciudadanos de Ucrania se les cambió la identidad por la fuerza, se introdujeron leyes discriminatorias, los neonazis ocuparon altos cargos estatales, organizaron marchas nacionalistas con antorchas, donde se escucharon amenazas abiertas de asesinatos en masa contra grupos étnicos específicos, incluidos los países vecinos.
Al mismo tiempo, la OTAN continuó el desarrollo militar agresivo del territorio de Ucrania. Cada vez más instructores y equipos militares occidentales llegaron allí, cada vez más el territorio de Ucrania se involucró en ejercicios provocativos de la OTAN, donde se practicaron ataques en el territorio de Rusia y acciones prácticas para luchar en áreas urbanas.
Los principales objetivos de Occidente no estaban ocultos – romper la unidad histórica de los rusos y los ucranianos mediante el cultivo del odio de unos hacia otros. Aprobar en Ucrania un régimen títere de tipo neonazi totalitario. Expulsar de Ucrania todo lo ruso, históricamente inherente a ella. Finalmente, convertir a Ucrania en un instrumento para socavar la estatalidad rusa.
Desde el comienzo de los acontecimientos mencionados en Ucrania, Rusia ha demostrado su determinación y voluntad política para una solución pacífica de la crisis. La culminación de tales esfuerzos fueron los acuerdos de Minsk del 12 de febrero de 2015, luego aprobados por el Consejo de Seguridad de la ONU. Este documento era una base sin alternativa para resolver la crisis en Ucrania, preservando su integridad territorial dentro de las fronteras de entonces.
Sin embargo, todas las iniciativas de paz fueron desvanecidas por la conducta hipócrita de Ucrania y sus dueños occidentales. Los ex–líderes de Alemania, Francia y Ucrania, que firmaron el Complejo de Medidas de Minsk, no hace mucho tiempo admitieron que la implementación de Minsk no estaba en los planes de Occidente: los acuerdos se convirtieron en un cubrimiento diplomático para preparar a Kiev para un conflicto militar de alta intensidad.
Como resultado a finales de 2021 la situación en la línea de contacto en el Donbass se agravó hasta el límite. En un intento por mantener la paz en la región, Rusia propuso a la OTAN, los Estados Unidos y la Unión Europea firmar documentos destinados a fortalecer la seguridad en Europa. Occidente rechazó nuestras propuestas con arrogancia.
Tuvimos la información probada que a principios de 2022 las formaciones de Zelensky pasaron a la etapa final de la coordinación de combate con el objetivo de llevar a cabo una ofensiva masiva contra las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Por lo tanto, el comienzo de la guerra era solo cuestión de tiempo.
Teniendo en cuenta estos factores, la operación militar especial se convirtió en una medida preventiva forzada para proteger a nuestra gente en nuestros territorios históricos, un paso necesario en respuesta a años de violencia armada por parte del régimen títere de Kiev contra la población de Donbass, así como la creación por parte de los países de la OTAN en el territorio de Ucrania de amenazas directas a la seguridad de nuestro país.
Rusia está lista para las propuestas razonables para una solución pacífica. Creemos que una paz justa y sostenible en Ucrania y en Europa es posible con el cese de las hostilidades por parte de las tropas ucranianas y el suministro de armas por parte de los países occidentales, así como la retirada de mercenarios extranjeros. Es necesario el estatus neutral y no alineado de Ucrania, su rechazo a unirse a la OTAN, la confirmación del estatus libre de armas nucleares, así como el reconocimiento por parte de Kiev de nuevas realidades territoriales. Además, es necesario garantizar la protección del idioma ruso, que usa la mayoría de los ucranianos, y las minorías nacionales y el levantamiento de las sanciones antirrusas por parte de Ucrania y Occidente.
Apreciamos mucho el deseo de varios socios internacionales importantes como China, el Brasil y la Unión Africana de contribuir a la solución pacífica de la crisis ucraniana. Muchas disposiciones, como el plan chino, se hacen eco de nuestros enfoques.
El problema es diferente. Los anfitriones occidentales de Kiev apuestan públicamente por la derrota estratégica de Rusia. Como se sabe, bajo su presión, a mediados de abril de 2022 el régimen de Kiev se retiró del proceso de negociaciones de paz con Rusia. En septiembre de 2022 Zelensky firmó un decreto que prohíbe cualquier contacto político con los líderes rusos para resolver el conflicto.
En este contexto es absurdo presionar la llamada «fórmula de paz» de Zelensky, ya que no es una fórmula, sino un conjunto de ultimátums. Es imposible exigir a Rusia que acepte la violación de sus intereses fundamentales en el ámbito de la seguridad.
Rusia ha subrayado en repetidas ocasiones que está lista para llevar a cabo las tareas de desnazificación y desmilitarización de Ucrania y eliminar las amenazas de su territorio, tanto por medios diplomáticos como en el marco de una operación especial. Todos esos objetivos se cumplirán. Cuanto antes lo entiendan los dueños del régimen de Kiev en bancarrota, mejor será tanto para los propios ucranianos como para el espacio europeo en su conjunto