Opinión
La danza de los políticos: Elecciones anticipadas en Ecuador y el juego del oportunismo.
Por Carla Ruiz Villacrés
Comunicadora Estratégica
Es comprensible que la muerte cruzada haya recibido, hasta cierto punto, el respaldo de la ciudadanía debido a que la Asamblea Nacional, como institución, no cumplió con nuestras expectativas; sin embargo, este apoyo no implica una aprobación de la gestión del primer mandatario ni de su aparato público. Recordemos la entrevista del 25 de mayo en Notimundo al Día con Paulina Recalde, directora de Perfiles de Opinión, en la que expuso las cifras relacionadas con la gestión de la disuelta Asamblea Nacional, que ocupó un 6%, mientras que la de Lasso obtuvo un 14% y su credibilidad un 10%.
Curva de los 2 años sobre la gestión de la Asamblea Nacional
Fuente: Perfiles de Opinión.
Curva de los 2 años sobre la credibilidad de Lasso
Fuente: Perfiles de Opinión.
Antes de convertirnos en meros replicadores de análisis reducidos y cómodos que nos dicten qué y cómo pensar, es necesario ir más allá. Aunque la muerte cruzada es una opción constitucional, no debe ser considerada como un logro del gobierno o una estrategia maestra, como algunos han tratado de posicionarla. La forma en que el presidente Lasso utilizó esta medida de disolver el parlamento ecuatoriano el pasado 17 de mayo, de manera defensiva, pone de manifiesto que la muerte cruzada refleja el fracaso de su gestión y la inviabilidad de mantener un Estado sólido.
Tomando como base e interpretando una cita del periodista y académico colombiano, Omar Rincón, en su ensayo «La política es la búsqueda de la alegría de la gente», las propuestas políticas se asemejan a una narrativa en la que se presentan políticos íntegros rescatando a una población equivocada. En este escenario, se destaca la presencia de elementos como la venganza (justicia), el progreso social (acceder a un mayor nivel de capitalismo) y el amor (como camino hacia el éxito para los menos privilegiados). Siguiendo esta perspectiva, parecería que en Ecuador se dan situaciones similares a las de las novelas de superhéroes, donde la existencia de un villano es necesaria para que el supuesto superhéroe, ya sea un mandatario o un candidato, pueda articular discursos de redención que están cargados de espectáculo y egos, con el objetivo de obtener la razón y el poder.
Entonces, mientras el presidente Lasso y sus defensores marcan sus agendas de medios y demás opiniones en las diferentes plataformas de difusión, insistiendo en esa “actitud demócrata” del mandatario en turno, en el “plan macabro” que boicotea la gestión gubernamental y en la “obstrucción” de los demás poderes del Estado para justificar la inoperancia injustificable de este régimen; en el otro lado, se encuentran los posibles precandidatos: esos que desde el primer día de declarada la muerte cruzada se lanzaron como opciones presidenciables, los que ya tuvieron la oportunidad de gobernar el país y nos dejaron en una situación más complicada, los que se creen a sí mismos como los herederos de Bukele, los que cambian de partido e ideología según les convenga y aquellos que, aparentemente, promueven la paridad de género, pero solo la utilizan para cumplir con requisitos electorales, entre otros ejemplos.
El oportunismo político es sin duda un fenómeno presente en la política ecuatoriana y las elecciones anticipadas parecen haberlo exacerbado. Los políticos, ávidos por obtener un puesto en el poder, han emergido en el escenario sin una convicción ideológica genuina o un plan de gobierno fundamentado, su única motivación parece ser aprovechar la oportunidad para satisfacer sus ambiciones personales, lo cual socava la confianza de los ciudadanos en el proceso electoral.
La proliferación de candidatos sin un trabajo previo de construcción de bases y sin una propuesta política coherente es una prueba clara de su objetivo de captar votantes y ganar notoriedad, en lugar de presentar soluciones reales e integrales a los graves problemas que enfrenta el país. Su enfoque consiste en prometer soluciones rápidas y fáciles a problemas complejos, sin ofrecer una visión a largo plazo ni planes realistas de implementación; además, buscan influir con base en encuestas y recurren a la vieja y repetitiva “estrategia” de “derrotar al correísmo”, entre otros enfoques simplistas que perpetúan la falta de seriedad, respeto y compromiso para con los ecuatorianos.
De acuerdo con el calendario del Consejo Nacional Electoral, se tiene previsto que las candidaturas oficiales para las elecciones extraordinarias del 20 de agosto sean publicadas el 6 de agosto. En estas elecciones deberemos decidirnos por un binomio presidencial y por 137 asambleístas.
Enfrentar el oportunismo político para las elecciones anticipadas en Ecuador es un desafío complejo, considerando la cantidad y calidad de las postulaciones que no ofrecen un panorama alentador sobre verdaderas acciones de progreso. Es fundamental que las ciudadanas y ciudadanos estemos alerta y exijamos transparencia y coherencia a los partidos y candidatos, también, es necesario analizar las propuestas de manera crítica, dejando en lo posible las pasiones y emociones que podrían llevarnos a ser seguidores o detractores de un determinado candidato. Conjuntamente, el fortalecimiento de los mecanismos de control y la participación ciudadana activa pueden ser herramientas clave para contrarrestar el oportunismo de quienes buscan obtener nuestro voto. Lamentablemente, estas alternativas quedan en el ámbito del «deber ser» por la falta de conciencia social en la ciudadanía, lo cual permite que ciertas élites políticas sigan operando.
Carla Ruiz Villacrés, quiteña (37 años).
Magíster en Comunicación Estratégica (Universidad Andina Simón Bolívar), Licenciada en Comunicación Social (Universidad Central del Ecuador), con amplia y sólida experiencia en los diversos campos de la comunicación: organizacional, política, gubernamental y de sociedad civil. La justicia social es mi brújula que me orienta y sostiene en el camino de la equidad y el respeto, sin imposiciones dominantes.