Opinión
No somos números ni estadísticas. Somos vida y nos queremos vivas
Hace varias semanas estoy intentando escribir reflexiones y análisis de varias notas que tengo y que sigo alimentando cada vez que mi mente divaga entre mis pensamientos y momentos de introspección. Momentos que suelen ser durante los instantes mundanos de mi vida diaria.
Hace varias semanas he intentado ordenar y desarrollar todas mis ideas en artículos para los cuáles ya tengo varios títulos y muchos datos que siguen esperando por estos momentos que encontramos quienes escribirnos. Momentos que no son más que esa necesidad imperante de expresar lo que pensamos y lo que sentimos a través de las palabras.
Hace varias semanas he estado solo leyendo, refugiándome en documentos, libros, reportes, como en busca de un pretexto más para no enfrentarme a la pantalla para escribir.
Llevaba varias semanas queriendo escribir y al fin lo hago. Esta escritura lleva nombre, nombre de mujer.
Entre varios de los documentos que tenía para leer estaban las cartillas con los datos de los resultados de la Encuesta Nacional sobre las Relaciones Familiares y la Violencia De Género contra las Mujeres (ENVIGMU 2019-2021) y femicidio en las 24 provincias del Ecuador, a la cual tuve acceso por hacer parte de un grupo consultor de la Iniciativa Spotlight en el Ecuador.
La información está presentada en 24 cuadernillos digitales por cada una de las provincias. En ellas, se presenta información sobre las definiciones de los tipos de violencia de género y se presentan los datos nacionales obtenidos en 2019 de mujeres mayores a 15 años. Cuando leí la información no pude sino estremecerme, entre los datos a nivel nacional que más atravesaron mi alma está el que el 71% de mujeres a nivel nacional respondieron haber vivido algún tipo de violencia en el transcurso de sus vidas y que, de ese porcentaje, el 42.8% contestaron haber recibido esa violencia por parte de sus parejas sentimentales. También se hace mención de que entre agosto de 2014 y julio de 2021 se reportaron 843 casos de mujeres cuyas vidas fueron cegadas. De las cuales, 450 (53,4%) fueron femicidios.
Como no pude quedarme con estos datos e información y como suelo hacer casi siempre, compartí el enlace de acceso a las cartillas en mi cuenta de Twitter y también la compartí entre mis contactos con este mensaje: Ya tendremos algún caso de feminicidio que trascienda a lo mediático y toque volver a hablar sobre esta cruenta realidad.
Con lo que no contaba, es que en el transcurso del día se iba a ser viral, una vez más, la historia sobre la desaparición de otra mujer. Ella tiene nombre. Ella es María Belén Bernal Otavalo y su madre y su hijo la buscan. Todo sobre el caso de su desaparición es muy confuso. Se han vertido muchas versiones y la gente ha opinado y compartido información contradictoria. Hasta el momento en que me encuentro escribiendo este artículo, entre lo que se sabe y se conoce sobre el caso de María Belén, es que fue vista por última vez el pasado sábado 11 de septiembre en una de las instalaciones de la Policía Nacional del Ecuador.
Evidentemente, cuando una mujer desaparece se prenden las alarmas entre nosotras las feministas que llevamos en la piel y en nuestras historias de vida la lucha por enfrentar a la violencia de género. Rápidamente varios de los grupos de chat en lo que hago parte, empezaron a circular versiones e inclusive rumores de que habían encontrado su cuerpo sin vida. Versión que fue desmentida posteriormente tanto por la madre de María Belén que salió a los medios de comunicación a exigir la búsqueda de su hija, como también por la Fiscalía General del Estado. Además, circularon videos que María Belén había dejado en sus redes sociales con denuncias nombrando a personas a las que ella les hacía responsables si es que algo llegara a sucederle a ella o a alguien de su familia.
Cuando me enteré del caso de María Belén Bernal Otavalo, volví a sentir que mi cuerpo entraba una vez más en este estado ya muy conocido y frecuente de dolor, de ira y de mucha rabia. Como escribir me ha ayudado siempre mucho a procesar mis sentires, en estos momentos me ayuda a expresar estas sensaciones que sé, son colectivas.
Escribo para poder exigir mediante estas letras a las instituciones del Estado, incluida la Policía Nacional del Ecuador, a que procedan en derecho, con transparencia y se sepa toda la verdad alrededor de la desaparición de María Belén.
Escribo para pedirles a quienes tengan el tiempo y el interés de leerme, a que actúen en sus vidas diarias para que desde donde están y desde quienes son, hagan su parte para que no existan más casos como los de María Belén.
Escribo para que ninguna otra mujer tenga que desaparecer sin dejar rastro.
Escribo para que quienes luchamos por erradicar todos los tipos de violencia que las niñas y mujeres vivimos, no tengamos que contarnos como números ni como estadísticas.
Escribo para que no vivamos con el miedo y el dolor de esperar noticas fatales ni historias desgarradoras.
Fundación Aldea contabiliza ya 118 muertes de mujeres de forma violenta desde 1 de enero hasta el 31 de mayo de 2022. Yo espero que María Belén sea encontrada con vida y que no haga parte de estas estadísticas, porque ella es una vida y no un número más.
Y escribo para preguntarme y preguntarles:
¿Cuántas mujeres más tienen que morir y desparecer para que reaccionemos como sociedad?
¿Cuál será el siguiente nombre que estará acompañado por el ‘#’ de justicia para?
¿Qué está haciendo el Estado ecuatoriano encabezada por la secretaria de Derechos Humanos que tanto se alardeaba de contar con 6 millones de dólares de presupuesto para enfrentar la cruenta realidad de la violencia de género en el país?
¿Cuál es el presupuesto real asignado por parte del Estado ecuatoriano para erradicar, no sensibilizar, léanme bien, ERRADICAR la violencia de género?
¿Cuáles son las instituciones en el Ecuador que hacen parte del Sistema Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres? ¿Cuál es su presupuesto, sus actividades, sus resultados?
Es que no parare de luchar por justicia, verdad y reparación por cada vida de una mujer que nos arrebatan. Porque pienso en las vidas cegadas de Lisbeth Baquerizo, de Naomi Arcentales y de la muy querida Johanna Guayguacundo ‘Johu’, compañera y colaboradora del medio digital Hoja de Ruta de donde yo hago parte también.
Cada vez que una mujer desaparece o muere en manos de hombres femicidas, nos arrebatan vidas, nos arrebatan esperanzas, nos matan las entrañas y nos despojan el alma.
Porque hoy es María Belén Bernal Otavalo, pero mañana, señor, señora, podrá ser su hermana, su hija, su nieta. Porque mañana puede ser nuestra amiga, nuestra vecina o nuestra madre.
Porque puedo ser yo, porque puede ser cualquier mujer que por serlo, su vida tenga que ser exterminada y su cuerpo desaparecido en manos femicidas.
Porque no me cansare de luchar, de escribir y de gritar desde lo más profundo de mis entrañas: por Lisbeth, por Naomi, por Johu, y ahora por María Belén. Por mí, por ti, por todas:
¡Carajo! ¡NOS QUEREMOS VIVAS!